DE ELLA VER QUISIERA SU ANDAR AMABLE
Y la clara luz de su rostro antes
que a los carros lidios o a mil guerreros
llenos de armas…
La luna luminosa huyó con las Pléyades.
La noche silenciosa ya llega a la mitad
la hora ya pasó y en vela sola en mi lecho,
suelto la rienda al llanto sin esperar piedad.
El amor, ese ser invencible, dulce y amargo que desata los miembros, de nuevo acude a mí.
Él ha agitado mis entrañas como el huracán sacude monte abajo las encinas.
Luchar contra el amor es vano, pues como un niño hacia su madre, vuelo a él.
Mi alma está dividida: algo la detiene aquí, pero algo la estira para en amor vivir…
(Safo de Lesbos)
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