PARA LLORAR

12.02.2015 13:30

Es para llorar que buscamos nuestros ojos
para sostener nuestras lágrimas allá arriba
en sus sobres nutridos de nuestros fantasmas.

Es para llorar que apuntamos los fusiles sobre el día
y sobre nuestra memoria de carne.
Es para llorar que apreciamos nuestros huesos 

y a la muerte sentada junto a la novia,
escondemos nuestra voz de todas las noches
porque acarreamos la desgracia.
Escondemos nuestras miradas bajo las alas de las piedras,
respiramos más suavemente que el cielo en el molino,
tenemos miedo.

Nuestro cuerpo cruje en el silencio
como el esqueleto en el aniversario de su muerte.
Es para llorar que buscamos palabras en el corazón,
en el fondo del viento que hincha nuestro pecho,
en el milagro del viento lleno de nuestras palabras

La muerte está atornillada a la vida.
Los astros se alejan en el infinito y los barcos en el mar.
Las voces se alejan en el aire vuelto hacia la nada.
Los rostros se alejan entre los pinos de la memoria.
Y cuando el vacío está vacío bajo el aspecto irreparable,
el viento abre los ojos de los ciegos.
Es para llorar para llorar

Nadie comprende nuestros signos y gestos de largas raíces.
Nadie comprende la paloma encerrada en nuestras palabras.
Paloma de nube y de noche
de nube en nube y de noche en noche,
esperamos en la puerta el regreso de un suspiro,
miramos ese hueco en el aire en que se mueven los que aún no han nacido

Ese hueco en que quedaron las miradas de los ciegos estatuarios.
Es para poder llorar es para poder llorar.
Porque las lagrimas deben llover sobre las mejillas de la tarde.

Es para llorar que la vida es tan corta.
Es para llorar que la vida es tan larga.

El alma salta de nuestro cuerpo,
bebemos en la fuente que hace ver los ojos ausentes.
La noche llega con sus corderos y sus selvas intraducibles.
La noche llega a paso de montaña.
Sobre el piano donde el árbol brota
con sus mercancías y sus signos amargos,
con sus misterios que quisiera enterrar en el cielo.
La ciudad cae en el saco de la noche
desvestida de gloria y de prodigios.
El mar abre y cierra su puerta.
Es para llorar para llorar
Porque nuestras lágrimas no deben separarse del buen camino.

Es para llorar que buscamos la cuna de la luz
y la cabellera ardiente de la dicha.
Es la noche de la nadadora que sabe transformarse en fantasma.
Es para llorar que abandonamos los campos de las simientes,
en donde el árbol viejo canta bajo la tempestad como la estatua del mañana.

Es para llorar que abrimos la mente a los climas de impaciencia
y que no apagamos el fuego del cerebro

Es para llorar que la muerte es tan rápida.
Es para llorar que la muerte es tan lenta.

(Vicente Huidobro)

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